La vaca correctora

Bueno. Me he apuntado como traductor/revisor de textos para una asociación que a ciertos gallegos con patillas (y amantes de Barry White, no señalo a nadie) les parecerá pequeño burguesa, cobarde, y que, por encima de todo, presenta un manejo de sus finanzas lamentable y sospechoso. Una asociación dirigida por un impresentable y fundada por otros individuos que lo son quizá aún más. Con todo, se trata de mi modesta contribución –no exenta de una cierta prepotencia- a la higiene del castesháno en el mundillo altermundialista- manda cojones en un individuo que trabaja directamente para el mal en persona. Todo ello en la medida de mi disponibilidad horaria, ciertamente reducida habida cuenta de las horas interminables que debo dedicar al trabajo, a beber cervezas, al taller de teatro, a leer, a comer platos precocinados –no son platos cocinados con cariño por un soltero de oro todas las recetas que en este blog relucen- y a nadar en una piscina llena de bomberos macizos, parisinas snobs y buenorras y abuelitas entrañables aunque peligrosas cuando tratan de hacer largos a espalda.

Retrospecter de Colonia




Con paisajes como el que teníamos desde la habitación, el miedo a la resaca post-carnaval, como podéis imaginar, se vuelve más llevadero.