De aquel día, recuerdo pocas cosas. Aquel día era un recuerdo de otro día. Supe que habían pasado ya meses, o semanas ¿qué importaba? desde el día en que una de las personas que más contaban en mi vida se había tomado una salvajada de pastillas. No me importaba el color, el tamaño, el nombre extraño. Después se había dedicado a beber cantidades absurdas de no me importa qué alcohol ni la planta que se había destilado para hacer la bebida. De aquel día no recuerdo un carajo. Los detalles externos son cero. Cuando uno tiene un choque emocional intenso, siempre recuerda detalles absurdos como el lugar, la hora, el tiempo que hacía, el color de la ropa de la gente que estaba contigo, el olor a basuras de la calle porque el viento traía ese día los humos del valorizador de escorias del extrarradio. Yo no recuerdo ni siquiera el año del que estoy hablando. Me enteré varios meses después. O semanas ¿qué importa? El tiempo se podía ir a tomar por culo.
Nunca podré olvidar las náuseas, el mareo, estar de rodillas luchando contra el vómito. El suelo que se clava en mis huesos no existe y me importa una mierda si estoy en España o en Nueva Zelanda. Sólo una imagen: saber que podría haber estado riendo y bebiendo una cerveza barata y caducada mientras un hoyo, en un pequeño cementerio, recibe el cuerpo joven de un hijo de la gran puta al que quiero ir a desenterrar, abofetear y gritar. Gritarle, alabarle, escupirle, insultarle, amarle hasta que me dé un infarto.
6 Comments:
Qué fermosura la del relato y la tuya, guapetón.
Si estoy aquí todavía es porque existen unos pocos enormísimos hijos de perra como tú a los que quiero tanto y por los que merece la pena vivir.
Y sí, también por un fallo de cálculo bastante oportuno.
La próxima vez será a los setenta años, desde un balate, y espero que contigo (recuerda que tenemos un contrato)
Un abrazo
Esto es el post número 70, y juro que no lo he hecho a propósito.
A veces las casualidades (y los contratos) dan miedo, ¿no?
Un fuerte abrazo, mi querido hijo de...
PD. Guingu, otro abrazo para ti, sexy sauce.
Iba a decirte que estoy enfadada (y mucho) contigo, mais.... he cometido el error de leer. (A buen entendedor....).
yo en bcn.
;-)
On Death, without Exaggeration
It can't take a joke,
find a star, make a bridge.
It knows nothing about weaving, mining, farming,
building ships, or baking cakes.
In our planning for tomorrow,
it has the final word,
which is always beside the point.
It can't even get the things done
that are part of its trade:
dig a grave,
make a coffin,
clean up after itself.
Preoccupied with killing,
it does the job awkwardly,
without system or skill.
As though each of us were its first kill.
Oh, it has its triumphs,
but look at its countless defeats,
missed blows,
and repeat attempts!
Sometimes it isn't strong enough
to swat a fly from the air.
Many are the caterpillars
that have outcrawled it.
All those bulbs, pods,
tentacles, fins, tracheae,
nuptial plumage, and winter fur
show that it has fallen behind
with its halfhearted work.
Ill will won't help
and even our lending a hand with wars and coups d'etat
is so far not enough.
Hearts beat inside eggs.
Babies' skeletons grow.
Seeds, hard at work, sprout their first tiny pair of leaves
and sometimes even tall trees fall away.
Whoever claims that it's omnipotent
is himself living proof
that it's not.
There's no life
that couldn't be immortal
if only for a moment.
Death
always arrives by that very moment too late.
In vain it tugs at the knob
of the invisible door.
As far as you've come
can't be undone
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